La utilidad es una decisión de liderazgo

Cuando se habla de utilidad, muchos líderes piensan en reportes financieros, estados de resultados o decisiones del área contable. Como si fuera algo técnico, numérico, alejado de la estrategia.

Nada más lejos de la realidad.

La utilidad —y el flujo de caja que la respalda— no son el resultado de un “cálculo financiero”: son el reflejo de las decisiones estratégicas y del liderazgo ejercido desde la alta dirección. Dicho de otra manera: la utilidad es una decisión de liderazgo.

El error común: delegar lo indelegable

Es frecuente que el CEO o el Gerente General delegue todo lo relacionado con finanzas al CFO o al área contable. “Ellos manejan los números”, piensan. Y aunque un equipo financiero sólido es indispensable, lo cierto es que ningún director financiero puede reemplazar el criterio estratégico del CEO en la asignación de capital y la protección de la caja.

  • ¿Quién decide si se abre una nueva línea de negocio?
  • ¿Quién autoriza contratar más personal en medio de una expansión?
  • ¿Quién asume el riesgo de endeudarse para financiar un proyecto de largo plazo?

Cada una de estas decisiones es, en esencia, una decisión de liderazgo. El área financiera puede medir, alertar, proyectar. Pero solo el CEO tiene la responsabilidad de conectar esas decisiones con la estrategia de crecimiento y asegurar que no comprometan la liquidez ni la rentabilidad.

El liderazgo también se mide en utilidad

Imagina una empresa de manufactura que decide abrir una nueva planta para atender la creciente demanda. La inversión es millonaria, financiada en parte con deuda. Si el CEO mira únicamente la utilidad proyectada a 12 meses, puede pensar que “todo va bien”: los ingresos suben y los márgenes se mantienen.

Pero al analizar el flujo de caja, la historia es otra. Los pagos de capital e intereses, sumados a los gastos de operación adicionales, hacen que la caja esté bajo presión. Si el líder no anticipa esta tensión, la empresa corre el riesgo de quedarse sin liquidez justo cuando más necesita músculo financiero para consolidar la expansión.

La lección es clara: un buen líder no se conforma con ver utilidades en el papel, asegura que esas utilidades se conviertan en caja y, sobre todo, que estén protegidas para sostener el crecimiento.

Pequeñas decisiones, grandes resultados

La utilidad no se protege con discursos, sino con disciplina. Y esa disciplina comienza en las decisiones del CEO:

  • Asignación de capital inteligente: invertir solo en lo que realmente genera retorno y evita dispersar recursos en proyectos sin claridad estratégica.
  • Disciplina en los gastos: no se trata de recortar indiscriminadamente, sino de alinear cada peso gastado con el propósito y prioridades de la empresa.
  • Protección de la caja: decidir reservar utilidad desde el inicio y no al final, asegurando siempre un colchón para la operación y el crecimiento.

Estos ajustes, aunque pequeños en apariencia, tienen un efecto acumulativo inmenso. Con el tiempo, marcan la diferencia entre empresas que “sobreviven” y empresas que trascienden, porque saben escalar con liquidez y rentabilidad.

El rol estratégico del CEO

Un CEO que protege la utilidad y la caja no solo está cuidando el presente, está liderando el futuro. Porque la verdadera medida del liderazgo no es cuántas ventas se logran, sino qué tan sostenible es ese crecimiento y qué valor genera en el tiempo.

Recordemos que crecer sin caja es un espejismo. Crecer sin utilidad es simplemente inflar cifras. Escalar, en cambio, significa avanzar con disciplina, con visión, con decisiones firmes que garanticen que cada paso acerque a la empresa a su propósito… sin poner en riesgo su permanencia.

Reflexión final

La utilidad no es un número que aparece en el estado de resultados.

La utilidad es una consecuencia de tu liderazgo.

Y la pregunta clave para cada CEO es esta:

¿Estás tomando hoy las decisiones que aseguran no solo el crecimiento, sino la liquidez, la utilidad y el valor de tu empresa en el tiempo?